STORY TIME
BLACK OUT
Abrí mis ojos y descubrí que no
estaba en mi cuarto, había en el techo un abanico de tres aspas girando muy
lentamente, haciendo un rechinido leve. Volteo a la izquierda y veo un buró de
madera desgastado con una lampara con luz amarillenta tipo de carnicería. Empecé
a sentir un frio en mis pies y me di cuenta de que estaba descalza, tapada solamente
con un suéter grande tipo de hombre de color negro, ahí fue cuando sabía dónde
estaba ―en
el departamento de mi hermano Carlos.
Trate de levantarme y sentí una
molestia atrás de mi cabeza, ignore el dolor y a como pude logré ponerme de pie
y empecé a caminar, atravesé el cuarto descalza sintiendo todo a mi paso, el
piso frío de madera pasando después a una alfombra suave por el pasillo. Este tenía
retratos colgados de mi hermano Carlos, mi mamá Gloria y yo.
Era la segunda ves que estaba en
ese lugar, la primera fue en el cumpleaños de mi amiga Vero, fuimos al bar The Bungalow, en Santa Mónica CA. Tomamos
tantos Lychee Gimlet que me subí arriba de la mesa vintage irremplazable
y empecé a cantar These Boots are made
for Walking de Nancy Sinatra.
Recuerdo bien que mi hermano Carlos
llego por nosotras ya que Vero tenía un crush enorme por el desde la
preparatoria y no dudo en hablarle de mi celular para decirle lo mucho que
estaba enamorada de el ―ocho años después.
Al seguir caminando por el
pasillo llego a la cocina y me encuentro a mi hermano sentando en su mesa redonda
que le compro a mi tía Mónica la navidad pasada. Él estaba dándome la espalda,
hasta que escucho que tropecé con la barra donde había unos platos sucios y
volteo para verme.
Sabía lo que estaba pensando, simplemente
lo sabía, tenía su cara de preocupación y enojo al mismo tiempo, esa es la cara
que siempre tiene conmigo desde que tengo memoria. Nunca olvidare cuando estábamos
en nuestra casa en Lennox CA. Jugando
en el patio trasero con mis primos Manuel y Angelica, en ese entonces yo tenía
11 años y Carlos 13.
Como de costumbre Manuel y mi hermano
no dejaban que usáramos su “guarida
secreta sólo para hombres, niñas prohibidas” ya que pues, éramos niñas y unas
muy fastidiosas.
Al estar discutiendo por quien podía
o no entrar a la guarida, lo último que vi fue la cara de mi hermano esa misma
que tiene ahorita, y después perdí el conocimiento.
Me desvanecí por completo, al despertar
vi a todos reunidos en la sala de mi casa, yo estaba recostada en el sillón verde
que daba a la pared donde yo solía leer por las tardes después de la escuela ya
que teníamos un librero alto alado de el.
Después de eso toda mi infancia
fue de ver doctores, psicólogos, terapeutas, psiquiatras, brujos, chamanes, y
todo lo que se puedan imaginar. Hasta que a la edad de 23 años paro.
― ¿Cómo te sientes? ―dice Carlos en un
tono preocupante.
―Bien creo... ¿Qué estoy
haciendo aquí?
― ¿No recuerdas nada?
―No ―digo sinceramente.
― Tenemos que hablar.
Comments
Post a Comment